Dánae, Tiziano, The Wellington Collection, Apsley House
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Es
difícil exagerar la importancia de Tiziano (ca. 1489-1576) en la evolución del
arte europeo desde los inicios la Era Moderna: su extraordinaria longevidad,
para lo normal en la época, hizo que su arte influyera en varias generaciones
de artistas. Por otro lado, su valoración del colorito veneciano por encima del disegno centroitaliano (que no dejó de irritar a Vasari), así como
su «invención» de la pittura di macchia,
contribuirían decisivamente al desarrollo del arte posterior, es decir, el
Barroco. Sin el ejemplo de Tiziano, ni Rubens ni, por extensión, Velázquez
habrían alcanzado las calidades a las que llegaron; y a ello hay que añadir
que, a través de Rubens, su influencia se haría notar en el debate dieciochesco
entre poussinistas y rubensianos, en la parisiense École des Beaux Arts, que terminaría con el triunfo de los últimos,
dando paso a la pintura romántica, con figuras como Eugène Delacroix. Por otro
lado, su persona se convirtió pronto en modelo para las aspiraciones sociales
de los artistas contemporáneos, y no sólo en Italia, donde estos habían
alcanzado ya desde el siglo XVI un alto grado de reconocimiento, sino en países
como España, donde aún en los siglos XVI y XVII seguía sometiéndoseles al pago
de la alcabala, un impuesto que gravaba los oficios manuales, equiparando, por
tanto, a pintores y escultores con cualquier trabajo propio de un artesano.
Tiziano. Autorretrato. 1562. Museo del Prado
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Venus y Adonis, Tiziano, Museo del Prado
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El
debate sobre el significado del término poesía
aplicado a las pinturas de desnudos mitológicos del pintor veneciano sigue
estando abierto, aunque en sus aspectos esenciales existe cierto consenso.
Parece indudable el carácter ovidiano de estas obras, no sólo porque en su
mayoría las imágenes se basen en las Metamorfosis
del poeta romano, sino porque comparten con éste la voluntad explícita de
excitación erótica. Tendríamos, pues, por un lado, una ekphrasis poética, al dar forma visual a los textos ovidianos,
pero, por otro lado, una innegable carga erótica que, de hecho, es tratada con
toda naturalidad en las cartas cruzadas entre el monarca español y el pintor
veneciano. Así, en una carta de 1554 dirigida por Tiziano a Felipe II, escribe:
«E perché la Danae che io mandai già a V. M. si vedeva tutta la parte
d’innanzi, ho voluto in quest’altra poesia variare e farle mostrare la
contraria parte, accioché riesca il camerino ove hanno da stare più grazioso
alla vista», lo cual, evidentemente, deja poco espacio para la especulación.
Poesía
pintada, pues, pero en la que no existe una servidumbre estricta con respecto a
los textos aludidos, sino una voluntad creativa o inventio del artista que la hace auténticamente suya, que le da su
voz. Dentro de la larga tradición de donne
nude en la pintura veneciana, que arranca con Giovanni Bellini, las poesie pintadas por Tiziano para Felipe
II suponen la culminación. […]