A principio de los sesenta, aún
en la universidad, fui uno de los instigadores de un manifiesto abiertamente
contrario a la continuación del templo de la Sagrada Familia que contó con el
apoyo incondicional de toda la intelligentsia de la época, de Bruno Zevi
a Julio Carlo Argan, de Alvar Aalto a Le Corbusier. Aunque tras su publicación
la reacción fue contundente y las obras en vez de detenerse cobraron nuevos
bríos, continuamos convencidos de que constituían un error monumental.
Ahora, tras la consagración papal
del templo, me he replanteado la cuestión. Mis dudas comenzaron cuando veía
levantar la majestuosa nave central. Mi rechazo se tambaleó algo más cuando
Alfons Soldevila -excelente arquitecto de avanzado leguaje tecnológico- me
aseguró que si conociese profundamente la obra cambiaría de opinión, que era el
edificio más importante del siglo XX y que estaba dispuesto a demostrármelo.
Invitación que he aceptado para escribir estas líneas con conocimiento de
causa. He visitado el templo de abajo a arriba (más de 60 metros de altura) con
Alfons y Josep Gómez Serrano -uno de los arquitectos directores de su
estructura- y he quedado anonadado.
Cierto es que en las partes que
Gaudí dejó sin definir se presentan dos problemas graves: uno es que los
continuadores -aunque con encomiable entusiasmo han llevado la obra adelante
acertando en lo fundamental- no han tenido ni el talento de Jujol para
interpretar a Gaudí en lenguaje gaudiniano ni el talento de Scarpa o de Albini
para dialogar con él en un lenguaje personal, lo que provoca que casi todos los
detalles no definidos por el Maestro choquen. Barandillas de inox y vidrio,
spots luminosos, pavimentos, claves de bóveda, vidrieras y, en general, todos
los elementos decorativos, no están a la altura del conjunto. Verdad es que
estos acabados no consiguen desvirtuar la inmensa calidad del monumento y que
son relativamente fáciles de sustituir en un deseable futuro. El segundo y más
grave problema es la dificultad de encontrar artistas contemporáneos capaces de
llevar adelante los proyectos figurativos del Maestro. En las fachadas, Gaudí
pretendía, como en las catedrales medievales, explicar en imágenes la Historia
Sagrada. Ya a principios del XX esto no era fácil pero el genio de Gaudí lo
solventó, rozando el kitsch, en la Fachada del Nacimiento con estos muros que
se arrugan formando figuras, muchas de ellas obtenidas sacando moldes de
personas y animales reales (George Segal medio siglo antes). El penoso
resultado escultórico de la Fachada de la Pasión revela la dificultad de
proseguir esta andadura. Queda por levantar la fachada principal, la de la
Gloria. Encontrar en el mundo un artista contemporáneo capaz de afrontarla es
un desafío tremendo. La figuración está en un momento difícil, la de contenido
religioso mucho más, y la capaz de transmitir la Gloria de la Resurrección,
extinta. El arte contemporáneo ha dado muchas crucifixiones pero ninguna
resurrección notable.
Pero vayamos a lo fundamental: la
objeción de más peso contra la continuación del Templo siempre ha sido que no
sabíamos cómo lo habría hecho Gaudí, un arquitecto que improvisaba en obra, que
sus planos y maquetas habían sido destruidos al inicio de la Guerra Civil, y
que cualquier interpretación constituiría inevitablemente una traición al
artista. Esto es una verdad a medias. Gaudí dibujó e hizo maquetas de tres
proyectos sucesivos al inicio de la construcción. El primero, al que
corresponde la Fachada del Nacimiento y su cubista cara interior, es aún
respetuoso con el lenguaje gótico. El segundo es mucho más orgánico. El tercero
es absolutamente original, innovador, deslumbrante. De este tercer proyecto,
que él consideraba definitivo aunque no lo pudiese ver completado en vida, hizo
una maqueta a escala 1/10 por cuyo interior podías pasear. Es cierto que esta
maqueta fue hecha añicos, pero existen excelentes fotografías y ha podido
reproducirse con muchísima precisión. La fidelidad de esta reconstrucción se ha
visto favorecida porque, a pesar de su apariencia aleatoria, esta obra se basa
en estrictas geometrías. Parece ser que Gaudí, escarmentado por los problemas
que había tenido en la fachada de La Pedrera, decidió recurrir a una rigurosa
estructura geométrica en el Templo. Son geometrías complejas -paraboloides
hiperbólicos, hiperboloides, polígonos regulares que giran en espiral en ambos
sentidos formando los fustes de las columnas...- pero que, una vez definidas,
no aceptan interpretaciones, se pueden reconstruir a escala 1/10 o diez veces
mayores. Esto es lo que se ha hecho en la nave hoy prácticamente acabada. Si la
arquitectura es ante todo espacio y luz, el interior de este templo es
Arquitectura en mayúscula, emocionante y grandiosa Arquitectura frente a la
cual las excentricidades de hoy parecen verdaderos juegos de niños.
Volvamos al origen. ¿Cómo pudimos
equivocarnos tanto? Si hace 50 años se nos hubiese hecho caso, esta maravilla
no existiría. Habría permanecido como una ruina o la hubiera terminado un
arquitecto de moda en aquellos años ¿Cuánta gente la visitaría? Este templo no
ha tenido nunca apoyo económico de las instituciones, vive de los donativos de
los que la visitan, más de dos millones al año, más de 25 millones de euros. Se
está financiando como una catedral medieval. De esta forma se terminará, no sé
si la mejor obra del pasado siglo... pero sí el mejor edificio religioso de los
últimos tres.
Font: http://www.elpais.com/articulo/cultura/pudimos/equivocarnos/elpepicul/20110104elpepicul_1/Tes
Vídeo time-lapse de la Sagrada Familia
Les imatges d'aquest vídeo van ser preses l'abril
de 2012 per part de l'Albert
Castaño i el LuisCaldevilla. Per fer l'enregistrament es va utilitzar un
nou model de drone o mikrokòpter; es tracta d'un mini-helicòpter no tripulat
que compta amb vuit rotors i al qual es va acoblar una càmera capaç d'oferir
nous punts de vista inèdits. També es va utilitzar un sistema de control de
moviment de tres eixos per aplicar la tècnica del time-lapse. Música a càrrec
de Ludovico Einaudi ("Burning",UMG).
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada