Rafael
Argullol: Hoy en mi galería he
visto el espectro de David
Delfín Agudelo: ¿A cuál todos sus posibles
espectros viste?
R.A.: Siempre que pienso en David
pienso en sus tres variaciones: el de Verrocchio, el de Donatello y el muy
distinto que finalmente esculpió Miguel Ángel. Los tres son del renacimiento y
recogen desde distintos ángulos y perspectivas la historia bíblica. Llama la
atención que tanto en el David de Donatello como en el David de Verrocchio el
artista escoge el momento del relato bíblico en el cual David ya ha vencido al
gigante Goliat. Es la laxitud después de la victoria y David mostrado joven,
casi como un adolescente, de formas un tanto femeninas; sobre todo en el caso
de Verrocchio ya muestra una suerte de felicidad posterior al triunfo. Ya no
hay ninguna huella de violencia, a no ser que la presencia de la cabeza cortada
de Goliat al pie de ese David ya totalmente relajado, tanto en Donatello como
en Verrocchio. En cambio, para esculpir su cíclope o David de Florencia, Miguel
Ángel escogió un momento completamente contrario, que es toda la tensión
acumulada por David, inmediatamente antes de lanzarse al combate contra Goliat.
A diferencia de sus precedentes Donatello y Verrocchio que habían esculpido
estas formas gráciles un poco andróginas, el David de Miguel Ángel es
completamente masculino, con sus músculos en tensión, en una violenta tensión,
incluso en la propia expresión de la mirada. Según sabemos por una carta de
Miguel Ángel, precisamente en esa tensión tan violenta él quería representar la
propia situación del escultor, la propia situación en general del artista,
simbolizada allí, el cual se ve sometido en su opinión a todo un juego de
presiones y contradicciones de extremada violencia en el momento en que
está desarrollando su obra.
Font: Rafael Argullol. Galería de espectros
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