31 de març 2015

Tiziano. Poesías. Vicente Lleó

Dánae, Tiziano, The Wellington Collection, Apsley House
Es difícil exagerar la importancia de Tiziano (ca. 1489-1576) en la evolución del arte europeo desde los inicios la Era Moderna: su extraordinaria longevidad, para lo normal en la época, hizo que su arte influyera en varias generaciones de artistas. Por otro lado, su valoración del colorito veneciano por encima del disegno centroitaliano (que no dejó de irritar a Vasari), así como su «invención» de la pittura di macchia, contribuirían decisivamente al desarrollo del arte posterior, es decir, el Barroco. Sin el ejemplo de Tiziano, ni Rubens ni, por extensión, Velázquez habrían alcanzado las calidades a las que llegaron; y a ello hay que añadir que, a través de Rubens, su influencia se haría notar en el debate dieciochesco entre poussinistas y rubensianos, en la parisiense École des Beaux Arts, que terminaría con el triunfo de los últimos, dando paso a la pintura romántica, con figuras como Eugène Delacroix. Por otro lado, su persona se convirtió pronto en modelo para las aspiraciones sociales de los artistas contemporáneos, y no sólo en Italia, donde estos habían alcanzado ya desde el siglo XVI un alto grado de reconocimiento, sino en países como España, donde aún en los siglos XVI y XVII seguía sometiéndoseles al pago de la alcabala, un impuesto que gravaba los oficios manuales, equiparando, por tanto, a pintores y escultores con cualquier trabajo propio de un artesano.

Tiziano. Autorretrato. 1562. Museo del Prado
Ahora bien, la pugna legal por la exención del pago de la alcabala llevada a cabo por los pintores españoles no fue principalmente por una cuestión económica, sino que se correspondía con una voluntad de reivindicación de la pintura como arte liberal, equiparable con la actividad de poetas o pensadores. En ese sentido, era habitual que sus defensores recurrieran al tópico horaciano ut pictura poesis –la pintura es como la poesía– formulado por el poeta latino en su Ars Poetica, pero también acudiendo a las anécdotas de Plinio el Viejo sobre el mítico pintor griego Apeles y el ennoblecimiento de su actividad por Alejandro Magno. Por eso no es casual que en su diálogo L’Aretino, de 1557, Ludovico Dolce calificara ya a Tiziano como alter Apelles. Por su parte, el emperador Carlos V, equiparado así con Alejandro Magno, lo consideraría huius saeculi Apelles, en la propia patente en que elevaba al pintor a la categoría de conde palatino en 1533. En este sentido, Tiziano se convertiría en el paradigma de las ambiciones de los artistas contemporáneos. Sin duda, las ansias nobiliarias, tanto de Rubens –convertido en gentilhombre de cámara de la infanta Isabel, gobernadora de los Paises Bajos– como de Velázquez en su lucha por obtener el hábito de Santiago, se vieron espoleadas también en este aspecto por el ejemplo tizianesco. […]

Venus y Adonis, Tiziano, Museo del Prado
El debate sobre el significado del término poesía aplicado a las pinturas de desnudos mitológicos del pintor veneciano sigue estando abierto, aunque en sus aspectos esenciales existe cierto consenso. Parece indudable el carácter ovidiano de estas obras, no sólo porque en su mayoría las imágenes se basen en las Metamorfosis del poeta romano, sino porque comparten con éste la voluntad explícita de excitación erótica. Tendríamos, pues, por un lado, una ekphrasis poética, al dar forma visual a los textos ovidianos, pero, por otro lado, una innegable carga erótica que, de hecho, es tratada con toda naturalidad en las cartas cruzadas entre el monarca español y el pintor veneciano. Así, en una carta de 1554 dirigida por Tiziano a Felipe II, escribe: «E perché la Danae che io mandai già a V. M. si vedeva tutta la parte d’innanzi, ho voluto in quest’altra poesia variare e farle mostrare la contraria parte, accioché riesca il camerino ove hanno da stare più grazioso alla vista», lo cual, evidentemente, deja poco espacio para la especulación.

Poesía pintada, pues, pero en la que no existe una servidumbre estricta con respecto a los textos aludidos, sino una voluntad creativa o inventio del artista que la hace auténticamente suya, que le da su voz. Dentro de la larga tradición de donne nude en la pintura veneciana, que arranca con Giovanni Bellini, las poesie pintadas por Tiziano para Felipe II suponen la culminación. […]


30 de març 2015

Roger van der Weyden. Joaquín Yarza

Weyden. Descendimiento. Prado
Weyden, Roger van der (Tournai, h. 1399/ 1400-1464). Pintor flamenco. Su nombre en origen debía ser Rogier de la Pasture, siendo su padre, Henri de la Pasture, cuchillero. Tanto la primera parte de su vida como el ca­tálogo de su obra no están exentos de dudas y problemas. En 1427 entra como aprendiz en el taller de Robert Campin y lo abandona ya como «Maistre Rogier» en 1432. Estos datos incontrovertibles han generado mucha literatura moderna; ¿cómo un hombre ya casado y al que ha nacido quizás el primer hijo, puede entrar de aprendiz a los veintiocho años en un taller de pintura? En 1423 entre los oficios se había establecido la norma de que cualquiera que quisiera obtener su maestría franca en una ciudad debía pasar por un aprendizaje de cuatro años junto a un maestro. En 1426 se dice que Weyden no estaba en Tournai, sino en Bruselas. Su mujer es hija de un zapatero de esta ciudad. No existe ninguna noticia entre 1432 y 1435, pero es muy probable que residiera en Lovaina. El Gremio de Ballesteros de esta ciudad le encarga El Descendimiento (Prado) hacia 1434-1435 para la iglesia de Nuestra Señora Extramuros. 

Weyden. Crucifixión. Escorial
El 21 de abril de 1435 se instala en Bruselas con su mujer y sus dos hijos. Entonces cambia su nombre francés «de la Pasture» por «van der Weyden», esto es, lo flamenquiza. Se establece en una casa cerca del barrio de los orfebres. Entre 1439 y 1441 realiza una de las obras que le darán más fama, Justicias de Herkenbald y de Trajano, por desgracia quemada en un incendio del Ayuntamiento (1695). Se conserva un recuerdo, que no una copia, en una tapicería de Berna (h. 1460-1470). Trabaja en todo lo que entonces acostumbra a hacer un pintor: en 1439, el duque Felipe el Bueno le encarga la policromía de la tumba de María de Evreux, mujer de Juan III, duque de Brabante, y de su hija María; en 1441 la pintura de un dragón, para la procesión del «Grand Tour» en honor a santa Gertrudis de Nivelles. Hubo de recibir encargos de la casa ducal, en especial, retratos, además de lo dicho. En estos años llevará a cabo el Tríptico de Miraflores (Staatliche Museen, Berlín), que el rey Juan II de Castilla y León regala en 1445 a la cartuja de Miraflores (Burgos) recién fundada. Quiere decir que es un pintor cuyo prestigio ha traspasado las fronteras de su país. En 1450 viaja a Italia, según Facio (1456), para ganar el jubileo romano. Aunque debió pasar un tiempo allí, el renacimiento reciente no le causa especial impresión, si bien en algunas de sus pinturas acusa préstamos que afectan a lo compositivo. En 1448 su hijo Cornelio entra en la cartuja de Scheut y él regala la Crucifixión de El Escorial (la cartuja la venderá en 1555 como obra de Roger y recibiendo a cambio, además, una copia). En 1460, Bianca Maria Sforza envía a su pintor Zanetto Bugatto a Bruselas junto a Weyden. Vuelve tres años después y la duquesa escribe una carta de agradecimiento a «Rugerio de Tiurnay pictori in Burseles». Es un ejemplo bastante excepcional de un italiano ya formado que viaja a Flandes para cambiar su estilo, y una señal de hasta qué punto Weyden era un artista muy reconocido. 

Weyden. Virgen con el niño. Prado
En 1462 él y su mujer entran en la cofradía de la Santa Cruz, de élite, en la que se agrupan las personas más significativas de la sociedad de Bruselas. En la capilla Saint-Jaques-sur-Coudenberg, relacionada con ella, se celebrarán misas por su memoria. Muere en 1464, como indican las cuentas de la corporación de pintores de Tournai, donde aún se le dice nativo de Tournai y se le llama Roger de la Pasture. Hereda el sentido plástico de las formas de su maestro, el supuesto Robert Campin, y realiza un arte de notable expresividad emotiva, lejos del lenguaje conceptual de Jan van Eyck, que enlaza con la mentalidad de la llamada «Devotio moderna». Sus composiciones calan en la sensibilidad de las clases altas y de la burguesía en general. Por ello se copian e imitan durante muchos años. Virgen con el Niño (legado Fernández Durán, Prado) es uno de estos iconos creados por él y utilizados por maestros flamencos, primero, y luego castellanos.

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