28 de nov. 2013

Bernini. Plaça de Sant Pere. Dos textos

Rosario Camacho. Bernini: Plaza de San Pedro

Esta plaza, que debía albergar multitudes para recibir la bendición urbi et orbi, es un gigantesco instrumento de enlace entre la ciudad y la basílica. En ella Bernini supo conectar funcionalidad, integración espacial, efectos escenográficos y simbolismo, aspectos fundamentales del Barroco.[...]

Concibió inicialmente una plaza curva que arrancaba de la fachada, pero el obelisco colocado por el arquitecto Fontana en 1585 condicionaba el espacio, pasando a un proyecto de planta trapezoidal con arcadas, rechazado por falta de monumentalidad. En 1656 ya estaba definida la forma oval que permitía eliminar los ángulos muertos facilitando la visión en perspectiva y se acomodaba mejor al carácter ceremonial de este espacio.

Razones topográficas llevaron a diseñar una plaza recta frente a la iglesia que, con su suave pendiente, levanta ópticamente la fachada acercando la cúpula a los fieles. Sólo tras ella se pudo ensanchar el espacio que quedó limitado por la pantalla porosa, de acertada forma oval, formada por la columnata adintelada con cuatro columnas de fondo de orden gigante, perfectamente alineadas y no excesivamente altas, rematadas por estatuas, que crea la sensación de cerrazón visual. Su propósito era expandir en el espacio de la plaza el núcleo plástico de la basílica, de modo que el pórtico repite, como forma abierta, la forma cerrada de la cúpula, referencia que adquiere calidad de horizonte. Proyectó un tercer brazo no construido que, obligando a accesos oblicuos, aumentaría el efecto de sorpresa.

La plaza, centrada por el obelisco, con su simbolismo cósmico acentuado por el del agua de las fuentes que lo flanquean, se nos presenta como una metáfora de la Iglesia que acoge con sus brazos abiertos a la comunidad de los fieles, manifestando el triunfo del catolicismo.

Font: Rosario Camacho. Historia del arte, 3. Alianza Editorial, Madrid, 1997

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Marcello Fagiolo. Bernini: la columnata de San Pedro

La nueva espacialidad de la urbanística barroca la inaugura precisamente Bernini. La Columnata de la plaza de San Pedro no está pensada sólo como pórtico de la iglesia, sino como expansión de la iglesia en la ciudad. […] La Columnata tiene una iconografía a medio camino entre el círculo y la elipse (más exactamente es una forma oval determinada por la unión de dos semicírculos separados): y en esta forma podemos ver una especie de compromiso entre las dos teorías cosmológicas más importantes. La forma del universo, desde los tiempos de Tolomeo (y la codificación más solemne está en la Comedia de Dante) se había considerado circular. Después de los primeros descubrimientos astronómicos, justamente en los albores del siglo XVII, los científicos se repliegan prudentemente a la forma elípsoidal. Por tanto, consciente o no, Bernini llega a conciliar, con su extraordinaria plaza, en el nombre de Dios y de la Iglesia romana, las dos interpretaciones diferentes. No rechaza la forma circular, pero no acepta plenamente la elipse.

[…] La Columnata no simboliza solamente un abrazo de la iglesia a los fieles (ni tampoco es una mordaza ni unas tenazas): no existe, en suma, una relación paternalista entre la Iglesia y los hombres; más bien representa una comunión casi mística entre la ecclesia triunphans, la ‘iglesia triunfante’ simbolizada por la larga colección de santos de la coronación, y la ecclesia militans, la ‘iglesia militante’, es decir, la multitud de fieles orando en la plaza.

La Columnata (ante todo una vía cubierta para proteger a los fieles de la intemperie) es un ‘baldaquino’ monumental, no reservado ya sólo al emperador en majestad o al pontífice en procesión, sino -con un sentido más católico- al pueblo entero. Un ‘baldaquino’ profano para todos los perseguidos, próximo al ‘baldaquino’ sagrado levantado por el mismo Bernini (en bronce en lugar de piedra) para coronar la tumba del santo patrono de Roma.

[…] El valor de la plaza se desdobla. Por un lado está el abrazo simbólico de la basílica, casi una amplificación ideal del espacio interno (sacro) hacia la plaza, en una bendición urbi et orbi (‘a la ciudad y al mundo’); y los fieles representan Roma, pero también toda la tierra. Por otro lado, la plaza es el corazón generoso que con un ritmo eterno de sístole y diástole convoca a la tumba de San Pedro a la multitud de peregrinos en las ocasiones ordinarias y en las extraordinarias (los jubileos). El mismo Bernini, en una ‘memoria’ propia, afirma: «siendo la iglesia de San Pedro casi la matriz de todas las demás, debería tener un pórtico que precisamente pareciese recibir con los brazos maternalmente abiertos a todos los católicos para confirmarlos en sus creencias, a los herejes para reconciliarlos con la Iglesia, y a los infieles para iluminarlos en la verdadera fe.»

Bernini. Proyecto: el tercer brazo no se construyó
Las estatuas de la Columnata son importantísimas, y el propio Bernini realizó escrupulosamente los dibujos y los modelos; no representan una simple decoración aérea o un almenado figurativo, ni tampoco un añadido vano y accesorio. Cada estatua se dispone sobre una columna: tenemos, por tanto, una enorme cadena de columnas conmemorativas, traducción católico-apostólico-romana de un elemento pagano. Es el mismo fenómeno que permite al rayo de sol petrificado y divinizado del obelisco transformarse en el vástago de una cruz astil. Así, por la gracia de Dios y de Gian Lorenzo Bernini, todos y cada uno de los elementos de la civilización antigua (ya caduca) se adaptan al cristianismo (civilización perenne) y se ambientan magistralmente en la Roma de los papas.

[…] La relación entre la Iglesia y la plaza, entre santos y fieles se plantea de un modo totalmente nuevo. Ya no existe el símbolo cerrado y abstracto. Hay en cambio una apertura festiva, alegre, nos atreveríamos a decir popular; un diálogo constante y ‘a la par’ entre la Iglesia y los fieles. Quizá podríamos comprender esta nueva forma de relación solamente llevándola a la esfera del teatro y del espectáculo. El Bernini director de teatro había conseguido demoler la barrera entre la platea y el escenario, entre el mundo del arte y el público de los apasionados. La representación ya no era un fenómeno ensayado y frío, puesto que ya no se basaba en el hecho de destacar a los grandes actores que recitaban con complacencia un gran texto. [...] No hemos sido nosotros los que hemos descubierto que esta plaza es un ‘teatro’. Ya Carlo Fontana, en el Tempio vaticano, describe la plaza como una «máquina teatral» y elogia el «bello orden teatral» de la Columnata y recuerda las formas de los anfiteatros. [...] También el discutido problema del ‘tercer brazo’ de Bernini puede considerarse como algo teatral. El ‘tercer brazo’ debía ser la entrada triunfal en la plaza, debía ser el palco de honor para una vista sorprendente de la iglesia (el correspondiente a un ‘palco real’ en el teatro). […]

Font: Fagiolo, Marcello: “Bernini. Una introducción al gran teatro barroco” 

2 comentaris:

  1. El mismo Bernini, en una ‘memoria’ propia, afirma: «siendo la iglesia de San Pedro casi la matriz de todas las demás, debería tener un pórtico que precisamente pareciese recibir con los brazos maternalmente abiertos a todos los católicos para confirmarlos en sus creencias, a los herejes para reconciliarlos con la Iglesia, y a los infieles para iluminarlos en la verdadera fe.» POR FAVOR, EN DONDE ESTÁ ESA MEMORIA, EL TÍTULO, NECESITO LA FUENTE. GRACIAS

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    1. Perdona Gabriela que no te haya contestado antes, pero tengo el blog un poco abandonado. La fuente original de la 'memoria' de Bernini no se cuál es, habla de ella Portoghesi en este libro: Portoghesi, Paolo. «Roma Barocca. Nasita di un nuovo linguaggio». Bari, 1973. En Historia de la Arquitectura. Antología crítica. Ed. Hermann Blume. Madrid, 1985.

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